Mi Vivencia en la Iniciaciòn
Cuando llegó el día que me dijeron que tendría una oportunidad para ingresar a la masonería me sentí con una gran responsabilidad. Pero a la vez, sentía temor, ante algo que sería totalmente desconocido para mí, sentía temor a la iniciación.
Poco había leído sobre ese tema, y nadie podía comentar nada respecto de lo que viviría en la
iniciación. Y creo que al final estuvo bien la incertidumbre.
El día pactado había llegado, todo estaba listo, me encontraba ahí, sin un sentido vital, y pensando si sería capaz de superar lo que vendría. Así pues, comenzó el ritual, duro desde el inicio. Solo podía escuchar las voces que me decían que hacer.
Me movía constantemente, confiando en la persona que me llevaba del brazo, pues sin ver es muy difícil hacer las cosas, el carecer de este sentido también hace que se sienta inseguridad e incertidumbre, de lo que pasa, de lo que hay, de donde uno camina, ya no se pisa con la misma firmeza y seguridad, y todo eso repercutió en mi, aumentando el nervio y la desesperación.
Este proceso, sin duda alguna me hizo reflexionar sobre muchas cosas, y aprendí. Comprendí que por eso nadie podía decirme nada, que por eso era mejor la incertidumbre en la que me encontraba al iniciar, porque de las vivencias y experiencias uno aprende muchas cosas. Lo primero que me hizo reflexionar fue la piedra que tuve que cargar y que representaba lo que más me importaba; mi familia, mis amigos, mi carrera, y los sueños y aspiraciones que tengo. Se me dijo que no la podía perder, porque era como perder todo y quedaría fuera.
Me pusieron a marchar, se me indicó que hiciera varios movimientos básicos en la disciplina castrense, pero marchar no es algo que yo haga usualmente, así que olvidé algunos, y la voz que me daba indicaciones se molestaba cuando no lo hacía bien, gritaba, me presionaba, pero yo trataba de controlar eso, que no me ganaran los nervios ni la presión. Luego la voz se fue, se encontraba alguien más que me habló y me cuestionó sobre la marcha que realizaba. Me dijo que porqué lo hacía, que si yo deseaba hacerlo, a lo que respondí que no, y vino una nueva enseñanza: actuar por convicción propia, no hacer lo que no quiera hacer, o lo que se me obligue a hacer contra mi voluntad o mis principios, y es cierto, el hombre debe actuar por convicción propia, por lo que cree, porque si no seríamos máquinas a las cuales con programarles órdenes las realizan sin cuestionar.
Luego fui sometido a un ejercicio de confianza, porque estaba al borde de un escalón, de espalda al vacío, y se me pidió aventarme hacia atrás a la cuenta de tres; por mi mente pasaron muchas cosas, no sabía si hacerlo o no, si estaría muy alto o no, si me golpearía o solo se ponía a prueba mi determinación a hacerlo, en fin, yo pensaba todo eso cuando la voz al contar dos me empujo hacia atrás, y alguien me detuvo cuando caía. Eso sin duda dejó una lección, la de nunca dejar caer a un hermano, ni a ningún ser humano, porque así como ese alguien me detuvo, y evitó mi caída, yo tengo el deber de hacer lo mismo por alguien más.
Lo que más me impactó del ritual de iniciación fue el cuarto de reflexiones. Después de estar horas sin ver nada, imaginándolo todo, de pronto me quitan la venda en un cuarto oscuro, con restos humanos y una decoración muy fúnebre, con una frase en la pared que me hizo reflexionar una vez más; fue algo que si me impacto. Las preguntas que se encontraban ahí, también fue algo que me puso a pensar, porque uno no reflexiona que le debemos a Dios, a nuestros semejantes y
a nosotros mismos. Creo que es algo que funciona de lo particular a lo general, porque estando bien con nosotros mismos, estaremos bien con los demás, y estando bien con todos, estaremos bien con Dios. La frase de la pared que decía “¡La conciencia es el espejo del alma, es tu juez inflexible, por eso el crimen jamás queda sin castigo!; ¡si sientes miedo o tiemblas ante la verdad, abandona este recinto!; ¡si eres débil o no tienes voluntad propia, retírate aún es tiempo!; todo eso de momento no lo comprendí, pero después entendí, porque es verdad que la conciencia es algo que no podemos evadir, ignorar, y que es lo que nos va a pesar en el momento en el que hagamos algo indebido. El tocar los restos humanos me enfrentó con ese momento que llegará, en el que volvamos de dónde venimos, y en el que seremos como los huesos que estaban frente a mí. Por eso hay que aprovechar el tiempo y hacer cosas productivas, para poder dejar de herencia algo de utilidad, para aportarle al mundo algo provechoso, y dejar un legado de conocimiento, de educación no solo intelectual sino también moral, ayudando a quién lo necesite y siendo útil a la sociedad.

La última parte del ritual, me llamó mucho la atención y fue de mi agrado, por el sentido que dejó en mí. El pasar por el camino de piedras que significaba la edad primera de la vida, para mí significó también toda la vida en general, porque así como había ahí piedras para tropezar, así en el camino de la vida habrá obstáculos que nos harán tropezar, y tal vez hasta caer, pero hay que aprender a sortearlos, y ayudándonos unos de otros, como en el primer viaje, que un hermano me llevaba del brazo para no caer. Después vino el agua, la pureza, el estar limpios de los vicios y las maldades del mundo, estar lleno de valores, y virtudes. Y el fuego, que para mí simbolizó el renacer, como el fénix, de las cenizas. Las bebidas que probamos también me hicieron reflexionar; el líquido dulce que se nos dio en pequeña cantidad simbolizando los bienes, las riquezas, lo material, que debe importarnos poco, porque dentro de la fraternidad todos somos iguales; y el líquido amargo, que representaba los vicios a los que hay que combatir, que nos fue dado en abundancia para recordar eso. Y por último el juramento, que respetaremos y renovaremos siempre, que también hace reflexionar, y le da importancia a todo lo anterior.
Todo esto ha despertado en mí la intención de formarme como un buen masón, y ser mejor ser humano, trabajando para serle útil a la humanidad en alguna forma, aportando también mi granito de arena en esa lucha contra los vicios y la maldad, apegados siempre a la moral, las buenas costumbres y la ley; practicando los valores y la lealtad; y rigiéndonos siempre bajo la libertad, la igualdad, y la fraternidad.

Por Q.˙. H. ˙. Francisco Javier Frías Alonso A. ˙. M. ˙.
Or. ˙. de Saltillo, Coahuila a 09 de Junio de 2010 E. ˙. V. ˙.
Or. ˙. de Saltillo, Coahuila a 09 de Junio de 2010 E. ˙. V. ˙.
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